Los secretos de un green bien cuidado: así trabaja nuestro equipo de mantenimiento en el Club de Golf Costa Brava

Quien pisa un green perfecto sabe que no es fruto de la casualidad. Esa superficie uniforme donde la bola rueda con suavidad, donde cada putt se siente justo, es el resultado de un trabajo minucioso, casi artesanal, que empieza mucho antes de que el primer jugador del día coloque la bola. En el Club de Golf Costa Brava, los socios y visitantes disfrutan de greens que son auténticas alfombras de precisión. Detrás, hay un equipo de mantenimiento que combina ciencia, tradición y una enorme pasión por el golf.

Por qué el green lo es todo

Cerca del 40 % de los golpes en una vuelta se realizan en o alrededor del green. Se puede tolerar un fairway irregular o un bunker exigente, pero nunca un green descuidado. La suavidad del rodaje de la bola es el criterio supremo y cada detalle cuenta: la siega, la humedad, la firmeza, el color y hasta la dirección de crecimiento de la hierba. 

Desde St. Andrews en el siglo XIX hasta los clubes más modernos, los superintendentes saben que la reputación de un campo se mide en sus greens. No es casualidad que en aquella época naciera la figura del greenkeeper, un profesional dedicado en exclusiva al cuidado de estas superficies que pronto se convirtió en indispensable para cualquier club.

En el Club de Golf Costa Brava, la tradición social y deportiva se refleja en la exigencia de mantener cada green como un símbolo de hospitalidad y excelencia. Es la primera impresión de cualquier visitante y, a menudo, lo que más recuerdan tras la ronda.

La rutina diaria: precisión al milímetro

El día empieza antes del amanecer. La primera tarea es la siega, siempre con cuchillas perfectamente afiladas, porque un corte imperfecto deja el césped “magullado” y resta velocidad a la superficie. La altura de corte oscila entre 3 y 4 mm, ajustada con precisión casi quirúrgica. Para evitar que la hierba se incline en una sola dirección, el patrón de corte cambia cada jornada. A esto se suma el rodillo, que ayuda a compactar ligeramente el césped y ganar uniformidad en la rodadura.

No se trata solo de cortar: se trata de observar. Cada operario inspecciona el green en busca de ramas, piedras o imperfecciones que puedan dañar el corte o afectar al juego. Incluso se revisan las marcas de bola y los tapones de los hoyos recién cambiados. Todo detalle cuenta, porque una mínima irregularidad puede cambiar el destino de un putt.

La velocidad de los greens se mide con el Stimpmeter, inventado en 1935 por Edward Stimpson. Hoy, en torneos de élite se alcanzan cifras de 12 a 13 pies, prácticamente el doble de lo habitual en un club social, aunque siempre cuidando la salud del césped. En el Club de Golf Costa Brava, buscamos un equilibrio: greens rápidos, firmes y uniformes, pero sin comprometer la resistencia de la planta ni el disfrute de todos los jugadores.

El control del rocío también es clave: eliminar la humedad temprana reduce enfermedades fúngicas y acelera el green. Nuestro equipo recurre tanto a métodos tradicionales, como el dew whipping con varas de fibra, como a innovaciones sostenibles que reducen la necesidad de tratamientos químicos.

Aire, agua y nutrientes: el equilibrio invisible

El green es un organismo vivo que respira. Por eso, el aireado regular es esencial: se trata de hacer pequeños orificios que permiten que el oxígeno llegue a las raíces y que el agua drene correctamente. Este proceso, a menudo invisible para el jugador, garantiza que la superficie se mantenga firme y sana a lo largo de la temporada.

La gestión del riego es otro de los grandes secretos. En el Club de Golf Costa Brava aplicamos riegos ligeros y precisos, conocidos como syringing, en las horas más calurosas del verano. Así se refresca la planta sin saturar el suelo, optimizando el uso del agua y reforzando nuestro compromiso con la sostenibilidad. La fertilización, por su parte, se adapta a las necesidades de cada green, priorizando productos de liberación controlada y en dosis responsables.

El topdressing o recebo es otra de las prácticas fundamentales: aplicar finas capas de arena ayuda a mantener la superficie firme, controlar la acumulación de materia orgánica y mejorar la velocidad de los greens. Esta técnica, documentada desde hace más de un siglo, sigue siendo imprescindible para garantizar uniformidad y durabilidad.

La batalla silenciosa: plagas y enfermedades

El césped de un green es un ecosistema en miniatura, vulnerable a insectos, hongos y malezas. La prevención es la mejor estrategia: las inspecciones diarias de clippings, el olor del césped recién cortado e incluso el color de la hoja sirven como indicadores tempranos de posibles problemas. Cuando se requieren tratamientos, se aplican de manera localizada y con criterios de respeto al medio ambiente, siempre evitando mezclas agresivas que puedan dañar la planta.

La vigilancia constante del equipo es lo que marca la diferencia. Un olor extraño en los restos de siega, una textura diferente en la hoja o una leve decoloración bastan para activar protocolos de revisión. Es un trabajo invisible para el socio, pero vital para la salud del green.

La experiencia y la ciencia: un oficio convertido en arte

El greenkeeping ha evolucionado mucho en un siglo. En los años 20 y 30, muchos clubs apenas podían permitirse segadoras rudimentarias y riegos manuales. La llegada de las segadoras triplex en los años 60 marcó un antes y un después: permitió cortes más bajos y uniformes en menos tiempo, revolucionando el oficio de greenkeeper. Hoy, el oficio combina maquinaria de última generación con un profundo conocimiento agronómico. Se habla incluso de la “magia del greenkeeping”, aunque quizás el término más justo sea el que usan los expertos: el arte de cuidar los greens.

Cada decisión —desde la altura de corte hasta el uso de fertilizantes orgánicos o la periodicidad de un aireado— busca un equilibrio delicado: que el césped sea firme, rápido y resistente, pero al mismo tiempo sostenible y respetuoso con su entorno.

Sostenibilidad y tradición: la filosofía del club

El greenkeeping moderno es un equilibrio entre respeto al entorno y exigencia deportiva. Igual que los pioneros del siglo XX transformaron el oficio en una ciencia, hoy integramos tecnología, biología y gestión responsable para que cada jugador disfrute de un green de campeonato sin comprometer los recursos naturales.

En el Club de Golf Costa Brava, la sostenibilidad no es un añadido, es parte de nuestra identidad: desde el uso eficiente del agua hasta el compostaje de restos de siega, pasando por la protección de la biodiversidad que rodea el campo. Cada decisión está orientada a ofrecer la mejor experiencia de juego y, al mismo tiempo, a conservar el paisaje mediterráneo que nos rodea.

Un legado vivo

Cuidar un green es cuidar una historia. Cada mañana, cuando el equipo de mantenimiento recorre los 27 hoyos del Club, no solo están preparando una superficie de juego: están manteniendo viva la tradición de un club que desde 1968 ha sido referente social y deportivo en la Costa Brava.

Ese legado se mide en la sonrisa de un jugador que emboca un putt perfecto, en la satisfacción de un visitante que descubre un campo cuidado al detalle y en la certeza de que la naturaleza y el golf pueden convivir en armonía.

Ven a vivirlo en primera persona

La próxima vez que te agaches a alinear un putt en nuestros greens, piensa en la dedicación y el cuidado que hay bajo tus pies. Cada rodada perfecta es fruto de un esfuerzo colectivo que empieza cuando todavía no ha salido el sol.Descubre por ti mismo la diferencia de jugar en un campo donde el mantenimiento se convierte en arte. Reserva tu tee time en el Club de Golf Costa Brava y disfruta de la excelencia de nuestros greens en pleno corazón de la Costa Brava.

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